Las Montañas Humeantes

Gatlinburg es una pequeña ciudad al pie de la Montañas Humeantes, los Padres de Lily fueron a pasar el final de semana para llenarse de energía, como lo decía el padre de Lily. Por esos días se celebraba el Festival de la Cosecha, y la ciudad y sus alrededores se veían hermosos con los colores del otoño. El padre solía contarle  a Lily que en esas Montañas había Magia, porque hace cientos  de años una Estrella Fugaz se desvaneció entre esas Montañas, y a partir de entonces muchas historias se tejen con el pasar de los años.

Lily amaba escuchar a su Padre y lo que más anhelaba en esos momentos era descubrir los misterios de las Montañas Humeantes… Matthew también los acompañó, a pedido de Lily. Semejante  aventura necesitaba de la mejor compañía, y qué mejor compañía que la de Matthew.

Era sábado por la mañana muy temprano, ya que a Lily le gustaba levantarse muy temprano para saludar al Señor Sol. Como ella decía: «quiero saludarlo antes que las aves lo hagan», porque su padre le decía que las aves se levantaban muy temprano para saludar al Señor Sol, por su luz, su vida y calor.

Esta vez lo hizo en compañía de Matthew, al cual le costó un poco despertarse a esos horarios, pero Lily era tan insistente que no tuvo más remedio que ceder a su petición. Lily y Matthew observaron la salida del Sol en silencio, y solo se escuchaba el canto de las aves alrededor de ellos.

-¡Ya está! -dijo sonriente Lily-. Lo logramos, saludamos al Sol antes que las aves, ahora vamos a desayunar. Me muero de hambre.

Regresaron al Hospedaje Old Creek Lodge, un  hermoso lugar cerca de la ciudad y al pie del Parque Nacional. Luego del desayuno, Lily y Matthew fueron a buscar provisiones a la ciudad para su gran aventura: mermelada casera de durazno, galletas y chocolates. Esto no podía faltar, ya que  a lo dos niños les encantaban los chocolates. A Lily de avellanas y Matthew de naranja. Los dos niños todo lo compartían.

Dentro de la tienda, los niños ya dispusieron todo lo necesario, pero de repente se encontraron con un Señor corpulento de tez tostada por el sol, con el cabello largo hasta los hombros, y unas plumas colgadas de un mechón del lado derecho.

-Buenos días -saludó a los niños, y ellos respondieron con un «buenos días» al unísono-. ¿Preparados para ir a la Montaña? -les preguntó el Señor Misterioso, y Lily respondió:

-¿A la Montaña? ¿Y usted cómo lo sabe?

-Pues por las provisiones. Las mermeladas saben mejor en las montañas, y los chocolates se disfrutan cerca de un arroyuelo, ¿qué mejor lugar?

-Lo siento, debemos marcharnos. Nos esperan mis padres. Con permiso, Señor…

-Sam Wolf -respondió el hombre, y se despidió de los niños también.

Matthew le dijo a Lily:

-¿Sabes que no debemos hablar con extraños, Lily?

-Lo sé -dijo ella-, pero un saludo no hace mal a nadie.

-Está bien -respondió Matthew.

Ya con las provisiones en mano, y una brújula que le había regalado su padre a Lily, los dos niños estaban listos para descubrir los Misterios de las Montañas Humeantes y se pusieron en marcha hacia una Gran Aventura. Los paisajes de las Montañas Humeantes en otoño son mágicos, los árboles se asemejan a arboles de fuego por el hermoso color naranja, todo en la Montaña era Mágico. Lily y Matthew sintieron como poco a poco eran sumergidos en un mundo diferente, de colores, aromas y sonidos. Habían caminado una hora sin darse cuenta y fueron adentrándose más y más hasta que decidieron descansar cerca de un arroyuelo. Solo se oían las aguas descendiendo por las piedras y las hojas cayendo. Una ardilla observándolos desde lejos subía por un árbol con rapidez. Lily le dijo a Matthew:

-Quisiera quedarme aquí para siempre -él la miró y sonrió, porque sabía que su mejor amiga y compañera de aventura lo decía con entera decisión.

Matthew fue a caminar entre las hojas cerca del agua, cuando de repente escuchó un sonido diferente. Volteó a mirar, y se encontró un enorme Oso negro que comenzó a rugir. Matthew se levantó suavemente y comenzó a correr en dirección a Lily, y la llamó diciendo:

-Lily, Lily, corrreee.

Lily tomó de la mano a Matthew y juntos corrieron lo más rápido posible, pero el oso negro los alcanzó. Los dos niños cayeron al suelo entre el montón de hojas otoñales, cuando de repente se escuchó la voz de un hombre diciendo:

-¡Mister Black, no! -el oso había quedado en dos patas frente a los niños, pero al oír esa voz quedó nuevamente en cuatro patas. Misteriosamente, el hombre de la tienda con la pluma de águila en el pelo, estaba frente a ellos preguntándoles si estaban bien. Los niños respondieron que sí, pero aún tenían el corazón acelerado y la garganta seca por el susto.

-Perdonen a Mister Black a veces le gusta ahuyentar a los visitantes para que no profanen sus Montañas -Lily y Matthew aún estaban en shock cuando ella preguntó:

-¿Y cómo es que Mister Black lo puede  escuchar? ¿Por qué lo entiende?

Mister Black respondió:

-¡Con Sam somos viejos amigos! -y los niños no podían creer lo que estaba sucediendo ¿Un oso hablando? ¡Y ellos, lo podían entender! El señor Sam les dijo:

-Soy Sam Wolf y llevamos muchos años de amistad con Mister Black, diría que somos compañeros de aventuras los dos. Amamos y Cuidamos estas tierras que nos legaron nuestros antepasados -los niños se pusieron en pie y explicaron que solo estaban de paseo y que no querían hacer daño a nadie-. Lo sé -respondió Sam Wolf-, pero es bueno que regresen a la ciudad, pronto oscurecerá y no es bueno que estén solos por estas Montañas Humeantes, que de noche toman vida y aún no están preparados para ello.

Lily preguntó:

-¿Qué sucede en la noche? -el Señor Sam Wolf respondió:

-Toda la Montaña vive, habla y se transforma -Matthew preguntó:

-¿Y eso qué significa? -el Señor Sam Wolf les respondió:

-Los árboles hablan, las hadas reaparecen, los gnomos se dejan ver, las aves hablan nuestro idioma y les podemos entender, y otras cosas suceden también… pero ahora no es el momento. ¡Lily, Matthew, regresemos! -los niños obedecieron y se pusieron en marcha, en silencio hicieron el trayecto hasta muy cerca de la ciudad, Mister Black se despidió de los niños y les dijo:

-Los amigos de Sam son mis amigos, espero verles pronto, niños. Podría enseñarles las Montañas… -los niños se despidieron:

-Hasta pronto, Mister Black -y Mister Black se perdió entre los árboles. Comenzaba a atardecer y el Señor Sam Wolf les dijo:

-Les dejaré muy cerca de la ciudad, a estos horarios no me acerco mucho, no salgo del bosque -los niños no entendieron que quiso decir el señor Sam Wolf, pero continuaron caminando. Cuando visualizaron la ciudad se despidieron del Señor Sam y le dieron su agradecimiento por la ayuda. Él les sonrió y les dijo-: -Nosotros solo queremos ayudar, ahora debo regresar -y vieron cómo él comenzó a correr hacia el bosque, y cuando en medio del camino había un tronco caído, dio un salto, y al caer entre las hojas, se convirtió en un hermoso lobo gris que se les quedó mirando por unos segundos, y luego continuó adentrándose en el bosque.

Lily y Matthew no podían salir del asombro, y tomados de las manos se dirigieron a la ciudad. Los dos regresaron en silencio al Hospedaje, en donde los padres de Lily ya comenzaban a preocuparse. Al verlos, el Padre de Lily sintió alivio y les preguntó por qué habían tardado tanto. Los niños respondieron:

-Fuimos a descubrir los Misterios de las Montañas Humeantes.

El Padre de Lily sonrió y los llevó para que se asearan, y luego ir a la feria de la Cosecha.  Para los niños fue un día inolvidable y Mágico, porque habían visto uno de los Misterios de las Montañas Humeantes, y eso sería el secreto entre Lily y Matthew. Saliendo del hospedaje miraron a las Montaña, y en silencio saludaron a Mister Black y al Señor Sam Wolf, y en sus profundos pensamientos, Lily dijo «nos volveremos a ver». Matthew tomó de la mano a Lily y juntos caminaron hacia la Feria de la Cosecha en Gatlinburg, en un día muy especial.

 

 

 

 

 

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